¿Quién mató a Cristina Cantillo?
¿Quién mató a Cristina Cantillo?
Hoy, 10 de diciembre de 2021, supe que le andan atribuyendo esa muerte anunciada a sicarios del gobernador del Magdalena. Sin embargo, el 8 de los corrientes me había quedado bastante claro que a Cristina la había matado una confederación de demonios que la perseguían por toda la ciudad, y sobre todo en horas de tormenta y mar de leva.
Digo: quienes conocimos a Carlos Eduardo Caicedo Omar cuando andaba jodiendo con la sétima papeleta sabemos que no mata ni una mosca. Entonces: nada qué hacer. La nube de polvo que quieren levantar para que Cristina quede impune es un signo de los tiempos muy malo para Colombia.
Cristina, como caribe auténtica, le mostraba los dientes a la muerte con dramatismo tragicómico. Lo que se puede argüir desde su Facebook es que ella sabía que la iban a matar, pero creía que no se atreverían a matarla. Suena loco, pero así es la falta de lógica de la gente que solo quiere vivir un día a la vez, con miedo pero sin miedo.
Sí: me dolió esa muerte, pero no puedo decir cuánto. Es más: no lo sé. Y no sé por qué mierda me duele. Me duele hasta el punto que no me importa que el Defensor del Pueblo también esté emputecido con la matada tan miserable que le pegaron a ella. Lo que este señor no puede saber es que la idea de matarla era matar a Santa Marta, para que no pudiera levantarse igual el día siguiente. Y lo lograron.
En Santa Marta falta una. Y no volverá. Pero de las esquinas de las calles vueltas mierda y de las matas de monte anda brotando un efluvio que pronto se convertirá en fantasma. Y ese fantasma no los dejará dormir en paz (esa paz que tanto les gusta, con blindaje tipo IV y visión infrarroja). Yo creo que Cristina no querría venganza; pero Santa Marta no volverá a ser igual. Y la diócesis de Santa Marta, Iglesia madre de todas las Iglesias de Colombia, tampoco.
Así es esto: querían matar el demonio que poseyó a Cristina, y solo lograron despertar los espantos que ella había adormecido con el solo gesto de levantarse a joder y mamar gallo por estos andurriales de mala muerte. Se fue su gesto didáctico y su esfuerzo de comprensión del mundo y de la vida.
Ella se fue, pero quedan los que la conocieron. Y no podrán olvidarla. Yo tampoco podré, y no sé por qué.
Editado por carlosrmoralesy
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